Mi regalo de navida'~ para ustedes :D!!!!!

domingo, 18 de diciembre de 2011


♫: Can't Nobody - tueniwan :D! 2NE1
♥: BDD! <---interpretenlo *0*!
Think: 'cause I bad bad~ but I good good BD!


asdasdasdasdas! oficialmente las amo (?)....y mi icon...es amor *0*



Título: "You and I" -culpen mi hermana...xDDD...y a su aficion..xD*
Autor: Yops -sarahi XD-
Parejas: super sorprais (?) * aunque en el primer parrafo se descifra XD*
Dedicado: a todas ustedes*y a park bom (?) XD*
Género: AU,Yaoi (?), Angust...o como se escriba
Extensión: One-Shot *el mas largo de mi vida-
Summary: No les quiero arruinar nada...XD
Notas: pues finales...en serio no quiero arruinar nada...es top secret pa' sus ojos hasta que lo lean :D!!!!




"Te amo...", Yuto sólo logró pronunciar esas 5 letras, un tono resonaba a través de la bocina del teléfono, tampoco logró marcar el número que tenía en mente, cerró los ojos, un gran dolor sintió en su pecho, sí lo hacia de igual forma no le contestaria, colgó el aparato y salió de la cabina telefónica, se ajusto la bufanda que alguna vez uso él, Daiki, aún tenía su perfume, hacía frío aunque eso era lo de menos, camino por las banquetas de la ciudad.

¿Cómo pasó?, eran felices juntos, también él lo era, miró a los aparadores de las tiendas que estaban por donde pasaba, la navidad estaba presente, a sólo unas cuantas horas. Nunca creyó que en esta época la pasaría tan mal, no sí lo tenía a él, pero no era así. A una semana de esta fecha tan esperada por tantos, fue cuando ese chico de cabellos castaños le dijo adiós, Yuto tenía bien presente aquel momento, sus pasos, conscientemente, lo llevaron a un café, el lugar donde todo empezó y terminó, es bien sabido que para olvidar a alguien, la forma correcta de hacerlo, es alejándose de aquello que lo hiciese recordar, sin embargo, todavía quería vivir en sus recuerdos, era demasiado pronto para deshacerse de ellos, entró al local, el aroma del grano recién molido llenaba el lugar, tomó asiento en una mesa escondida, una mesera se acercó preguntándole su orden.
-Lo de siempre.- apenas se escuchó, pero lo suficiente para que la mesera oyera y no entendiera.
-Lo siento, un cappuccino.- era nueva la empleada, ella anotó y se marchó.
"Lo de siempre", sonrió amargado, "Lo de siempre" era beber un café con él, estar sentado junto a él, hablar de todo con él, "Daiki", susurro, en eso, a su mente llegó la memoria de la primera vez que lo vio.

Aquella tarde llovía con intensidad, Yuto venía de la escuela, justo ese día se le olvidó su paraguas, la precipitación enfurecía cada vez y sin más buscó un refugio, vio un café, tenía un pequeño techado, eso lo podía resguardar, se acercó, estaba algo empapado, el cielo lucía bastante gris, el aguacero tardaría en quitarse, sentía algo de frío y optó por ingresar a dicho lugar, el cambio de temperatura fue notorio, sacudió sus cabellos oscuros, tratando de quitarse el excedente de agua que la lluvia le dejó, ubicó un sillón rojo cerca de la entrada, dio unos pasos y se sentó sobre él.

El local estaba particularmente vacío, quizá era por la lluvia, estiro su mano y tomó una revista que estaba en la mesa que tenía enfrente y comenzó a ojearla, un mesero fue hasta el.
-¿Puedo tomar su orden?- un toqué de amabilidad se escuchó al decir esa pregunta.
Cerró la revista, alzó su vista y una sonrisa le dio un calor que recorrió todo su cuerpo, en su joven vida había visto muchas de ellas, pero justo en ese momento, podría afirmar que la sonrisa de ese mesero, era la más hermosa que jamás ha visto.
-Disculpe...-la voz del mesero lo sacó de su admiración y apenado, bajo la mirada, simulando ver al menú.
-Aún... no me decido- dijo con torpeza.
-No es por presumir, pero el cappuccino de acá, es delicioso-
-Entonces lo probare.- El mesero asintió y fue al mostrador.

Esa fue la primera vez que vio a Daiki, la primera vez que le regaló esa sonrisa y que ahora, se le negaba, la mesera apareció con una charolita de color negro en la cual tenía su pedido.
-Aquí tiene su cappuccino- Hizo una reverencia y se marchó. Le soplo para despejar la espuma blanca que identifica la bebida, dio un sorbo, puso una mueca, le supo amargo, más de lo normal, como un café, que en un principio le sabía a gloria, ahora le dejara un mal sabor en la boca?, se recargo por completo en la respaldo de la silla que ocupaba y echó un vistazo a su alrededor, los adornos decembrinos le hacían mención de Daiki, en la siguiente mañana hubiesen cumplido 2 años estando juntos y un poco más de tres conociéndose, endulzo su bebida, con la esperanza de que a la próxima degustación no le supiera tan mal.

Siguió recordando; después de unos minutos, Daiki llegó y colocó la tasa sobre un plato en la mesita que ocupaba Yuto.
-Aquí tiene, endúlcelo por favor.- se quedó parado frente a él, a la espera de su reacción.
Tomó un par de cubos de azúcar y los echo dentro la taza, cogió la cuchara y mezclo, agito un poco el utensilio y lo dejó a un lado y probó esa bebida caliente, sorprendido por el sabor, dejó salir una sonrisa.
-Se lo dije.- Daiki dijo triunfante.

A partir de ese día, ir al café se volvió una costumbre, iba después de clases o en algún tiempo libre por la tarde, su razón de ir: sólo por el gesto que el chico le regalaba, para verlo atendiendo a los comensales del lugar, con su chaleco y pantalón negro que contrastaban con su camisa blanca, un traje muy normal, pero para él, un traje que fue hecho sólo para que Daiki lo luciera.

Un día, fue más tarde de lo normal, salió de su casa casi corriendo, haciendo caso omiso de los gritos de su madre, a unos cuantos metros cesó su pasó veloz, a nada de tomar la manija de la puerta, Daiki salió, su turno había finalizado, no llegó a tiempo y por un momento, en su mirada se vislumbro tristeza.
-¡Hola!- con esa sonrisa que le encantaba, saludo Daiki. Yuto hizo una pequeña venía- Pensé que hoy no vendrías- río.
¿Era tan obvio en el lugar? pero que se percatara de él lo hizo feliz.
-Tuve un contratiempo-
-¿Pasaras?-
-Si...-
-¿Te puedo acompañar?- Yuto asintió torpemente con la cabeza, sin querer se quedaba sin palabras frente a ese chico.

Fueron a una mesa para dos, Daiki espero a que Yuto tomara asiento, después de ello, fue al mostrador para regresar con dos tazas, un cappuccino para Yuto y un té de menta para él, se colocó frente a él.
-Siempre vienes, se que te gusta este café, pero no sé tú nombre- dijo Daiki.
-Me llamó Yuto Nakajima- con una reverencia se presentó al fin.
-Daiki Arioka- sonrió, eso Yuto ya lo sabía pero no mencionó nada.
-Eres muy alto, Nakajima, a lado tuyo soy un duende-río- ¿cuánto mides?-
Era verdad, es muy alto- 1.80 metros-
-¿Eh?, ya no logré esa altura, ¡me faltan centímetros!- dijo divertido.
-Aun puedes crecer.- con cierta pena trato de dar aliento.
-Lo dudo, biológicamente, yo ya deje de crecer- probó su té.
-¿Ah?- Yuto ladeo su cabeza.
-Si, a los 21 años el hombre deja de crecer, aunque yo tengo 20...- movía su cabeza mientras lo decía.

Sonrió ante ese recuerdo, fue la primera conversación que tuvo con Daiki, la primera vez que supo cosas sobre él, Daiki le llevaba dos años, que estudiaba en la universidad, que el trabajo en el café era temporal y que a pesar de que el era mayor, Yuto logró notar que su comportamiento era más infantil, al igual que sus facciones, comparados, el lucía de la edad de él y Daiki su edad y así poco a poco Fueron creando un lazo que los acercaba un poco más, un lazo que parecía inquebrantable.

Una vez, Daiki fue a su escuela, cuando el aún iba en el bachillerato, las clases finalizaron, Yuto traía en manos una pequeña cámara fotográfica, asistía al club de fotografía de su escuela, era su pasión y se debatía sí debía seguirla como pasatiempo o una carrera, a lo lejos vio a ese ser de ojos café claro que lo saludaba con entusiasmo, apresuró su andar.
-Hola Dai-chan!- saludo, no esperaba verlo ahí.

El mayor de los dos respondió el saludo, -vamos!-, Yuto no tenía idea a dónde irían, pero cuando se está enamorado, sin querer se hace lo que el otro diga, Daiki comenzó a caminar, Yuto dejó que se adelantara un poco, ya que en el caminar del castaño encontró un hermoso momento que debía capturar, acomodó su cámara entre sus manos, enfoco y apretó el botón que haría que ese instante se congelara, miró la pantalla para apreciar la toma, era un Daiki de espaldas, con su cabeza ligeramente alzada, mirando a los árboles con la luz que los atravesaba dándole en el cuerpo de este, con un cielo muy azul, la primera foto que le tomó era simplemente perfecta.

El más grande de ambos noto que el alto pelinegro se quedó atrás, regresó por él y vio que le tomó una fotografía.
-¡Hey!- reprocho.
-¡Perdón!- se rasco la cabeza- pero sales bien...- le mostró la imagen a Daiki, quién lo veía con un puchero en sus labios, Yuto levantó un dedo y pico la mejilla de este.
-¡Vámonos!- guardó su cámara y sujeto la muñeca del más bajo.

Llegaron a un parque, cerca de una fuente tomaron asiento.
-¿Estudiaras fotografía?- Daiki rompió un silencio que se presentó.
-¡Me encantaría!- respondió sincero, mientras miraba las fotos almacenadas en la memoria de la cámara.
-¿Puedo?- extendió lo mano, esperando recibir el aparato.
-Sí, toma.- puso el objeto negro y se acercó más para observar juntos y de pasó admirarlo a él.
-Deberías estudiarlo- Lo sacó de su pensar- creo que tienes talento.- lo miró a los ojos. Su corazón latía fuerte, tanto que podía escucharlo, ¿Acaso el otro también podía oírlo?, el esperaba que fuese así.

Quizás por eso en realidad, decidió estudiar eso, para ser reconocido por él y nadie más, su familia al principio se opuso, pero con el apoyo de Daiki le bastaba. Su cappuccino estaba a punto de acabarse, levantó un pequeño morral y extrajo de ella una cámara, la encendió y echó un vistazo a lo que tenía guardado, la mayoría eran retratos de él o de cosas que le recordaban a Arioka, llegó a una en particular, la primera foto juntos, como pareja, sentía que el cualquier momento las lágrimas se le escaparían, cerró los ojos y dio un gran suspiro.

Era un retrato donde ambos miraban hacia la lente, sólo se enfocaban sus rostros y parte de sus cuerpos, en sus cabellos había un poco de nieve, abrigados por una manta roja, esa foto fue capturada en la madrugada del 25 de diciembre, quizás no era la fotografía más profesional que hubiera tomado, pero era su mayor obra de arte, tocó la pantalla tratando de buscar la piel de Daiki, que no encontró.

Eran vísperas de navidad, ese día se habían citado en las afueras del café, lo invitó a pasar la festividad con él y su familia, Daiki vivía sólo, sus padres perecieron en un desafortunado accidente, no permitiría que su ser querido en este día lo pasará sólo. Yuto esperaba cerca de un poste de luz, miraba su celular para ver la hora, ¡se demoraba!, "¡Yuto!", escuchó que alguien lo nombraba, guardó su celular y miró hacia su izquierda, era el, caminando apresurado entre la gente que llevaban bolsas estorbosas llenas de compras de último momento.
-Perdón por la tardanza- recargo sus manos sobre sus rodillas, parecía que corrió demasiado, levantó su cabeza y esbozo una sonrisa, sus mejillas eran de un color rojizo, traia encima sólo una chamarra para cubrirse de la helada.
Fue feliz cuando lo escuchó decir su nombre, no solía hacerlo, siempre era "Nakajima".
-Me llamaste "Yuto".- con un gesto de alegría le dejó saber.
-¡Ah! lo siento...- hizo una venía algo apenado.
-No hay cuidado, llámame mejor así, ¿sí?- el más bajito pero mayor asintió con torpeza.
-¿Nos vamos?- amable preguntó el pelinegro.
-¡Sí!- comenzaría a caminar, pero el chico de cabellera negra, Yuto, lo detuvo.
-Debes abrigarte mejor.- Puso una expresión sería mientras se quitaba la bufanda azul que traía puesta, se acercó y se la colocó alrededor de su cuello, cambiando su gesto serio por una más cálida. En ese instante un golpeó se sintió en el pecho del castaño, para Daiki, cada vez que lo tenía cerca de esa forma reaccionaba su ser, aunque aparentemente, Yuto no se percataba y en realidad no era así, podía notar un nerviosismo peculiar en Daiki, le provocaba ganas de abrazarle pero sólo se quedaba con las ganas.

Llegaron a la casa de Yuto, en la entrada dejaron sus zapatos y abrigos e ingresaron de lleno a su hogar, la familia de este le dio una gran bienvenida a Daiki y lo trataron como sí fuese parte de ella. Los adornos decembrinos estaban por doquier, un pequeño árbol adornado por espirales de limpia-pipas y esferas de colores, estaba en una esquina de la sala, también había escarcha alrededor de los barandales de las escaleras y de estas colgaban esferas rojas, pequeños santa claus en las paredes se podían ver y un curioso pingüino llamó la atención del mayor, lo tomó de la mesa de centro de la habitación.
-Lindo...- dijo con cierta nostalgia
-¿Te gustan?- Yuto colocó una de sus manos sobre el hombro del bajito.
-Es mi animal favorito.- puso un puchero melancolico. Yuto movió su mano por la espalda del otro, queriendo ser reconfortable.
-Se parece a ti.- río- ven falta mucho por hacer- lo jaló hacia el y con pequeños empujones lo llevó a la cocina.

Terminaron de preparar la cena y de acomodar la mesa, era casi media noche y todos los presentes disfrutaban de las delicias que la madre de Yuto preparó en su mayoría. Esa mujer estaba fascinada con el castaño, no dejaba de decir lo adorable que era.
-Eres un chico muy lindo, Dai-chan- apreto una de sus mejillas.
-Gracias...- con dificultad logró hablar.
-Sí fueras chica te dejaría estar con mi Yuto, bueno al menos, que a el no le importe.- carcajeo un poco.
Nakajima casi se atragantaba con lo que tenía en la boca, Daiki escupio un poco del agua que bebio.
-¡Mamá!- reprocho el más joven del lugar.
-Es broma, Yuto-movió su mano para amenizar el ambiente.

Por una fracción de segundo sus miradas se cruzaron y la verdad salió a flote, Yuto sí quería estar con el, la duda era sí Daiki también, miró su plato y dio otro bocado a su platillo. Los minutos pasaron y la media noche se hizo presente, ya era navidad!, todos se colocaron de pie para darse un abrazo, fue con su padre, su madre y su hermana mayor, antes de separarse de ella, esta le pico las costillas en son de burla, pues al siguiente en abrazar era Daiki.
-¡Déjame hermana!- bufo. Con pasos torpes se acercó a el, con un claro sonrojo en ambos, se unieron en un abrazo.
-Feliz navidad, Daiki- le susurro al oído.
-Feliz navidad, Yuto- se aferro a la espalda del alto.
¡Por fin estaba cerca de el!, por fin podía olor su perfume para recordarlo por siempre, no quería terminar con ese contacto, pero debía, lentamente bajo sus brazos y se apartó de el, aún con las miradas burlonas de su familia, siguio comiendo su cena tranquilo, su dicha era grande y no dejaría que se escapara tan fácilmente. Las horas pasaron y el resto de su familia se marchó a dormir, Arioka se quedó, era muy tarde, ya no encontraría transporte, subió a buscar unas cobijas para ambos, se quedaría con el en la sala, bajo con unas cuantas y las dejó en un sillón.
-¡Aquí están las cobijas!- volteó pero no había nadie, se suponía que el estaria ahí, se percato de que alguien estaba en el jardín. -seguro es el.- se dijo mentalmente, tomó una cobija y salió. enefecto, Daiki se encontraba afuera, sentado en una banca que adornaba el jardín, se acercó por detrás, le colocó la cobija roja que trajo consigo, Daiki dio un sobresalto por el pequeño susto.
-¡Me asustaste!- dijo en susurro mientras se acomodada el cobertor- gracias- miró al cielo, quizás buscaba en las estrellas el recuerdo de el y su familia, eso pensaba Yuto.
Cada vez que hablaba Daiki, el pelinegro, podía notar el vapor que salía de su boca, pero lo que más noto era lo rosa que sus labios eran, se paro junto a el y froto sus manos.
-¿Hace frío, porque saliste así?-
-Quise ver la luna, hoy está llena.- metió su mano a uno de sus bolsillos del delgado suéter que tenía puesto- ¡Ah!- recordó algo, Yuto lo observó extrañado.-¡Toma!- se levantó parados frente al alto, extendió su mano y dejó ver un pequeño colgante para celular en forma de cámara fotográfica, de color plateado.
-¿eh?, ¿para mí?- se señaló así mismo para después sujetar aquel objeto brillante.
-Si...no sabía que darte y...- fue interrumpido, Yuto lo abrazo desesperadamente, sin pensar lo hizo.
-Gracias- dijo en voz baja al castaño, Daiki sólo correspondió al agarré.
-De que.- se aferro más.
Yuto reaccionó y se apartó del mayor, pero sólo un poco, esos grandes ojos cafés, siempre lograban atraparle, esa piel palida lo hipnotizaba y su locion lo embriagaba, tanto que su cuerpo, junto a su corazón, actuaron juntos, depósito un pequeño beso en los labios de Daiki.

Perplejo, Daiki, abría y cerraba los ojos sin saber que hacer, sólo colocó sus frías manos en el cálido pecho de Yuto. Nakajima cayó en lo que hacia y de un momento a otro retiró sus labios de la boca de Daiki.
-Lo siento...-corto su disculpa al sentir los helados dedos del bajo en su rostro para acercarlo a el y unirse en otro tímido contacto, sólo acariciando el contorno de sus labios, en ese momento comenzó a nevar, los copos de nieve fueron los primeros testigos de un sentimiento correspondido. Daiki se puso en puntillas, levantó sus brazos y abrigo con la frazada al menor, sin separarse, ambos confesaron lo que sentía el uno para el otro, Yuto se apartó un momento de el, fue por su cámara, quería una fotografía que guardará el recuerdo, una luz blanca les ilumino el rostro y atrapo el momento que ahora veía en aquella cafetería, apagó el aparato y miró su celular, todavía tenía el adorno que Daiki le dio, sonrio, siempre lo extraviaba pero siempre lo hallaba.

Ya era tarde, había pasado varias horas sentado en ese escondido lugar, recordando todo lo que le hizo feliz junto a el, sacó un billete, lo puso sobre la mesa, agarró sus cosas y partió. Se dirigió a la parada de autobuses, esperando al colectivo que lo llevaría a su siguiente destino, un trozo de papel que flotaba en el aire, llegó a sus pies, por inercia lo levantó, era un anuncio de un acuario, ¡hasta el viento estaba siendo cruel con el!, había ido junto con Daiki a ese acuario, en su primer aniversario.

Esa cita fue maravillosa, Yuto lo había planeado por días, quería sorprender a Daiki y fue así. Llegaron en un camión, Daiki como niño pequeño, pidió ir a ver a los pingüinos antes que lo demás y casi corriendo fue al estanque donde estaban.
-¡Hey! ¿No te olvidas de algo?- grito Yuto. Daiki sonrio y fue hasta el y sin que lo esperase, un osculo le fue hurtado.
-¡Yuto!-con un tono carmesí hizo un berrinche.
-Te amo- sin titubear dijo Yuto.
-¡Yo también!- formó un puchero y comenzó su andar.
Le encantaba esas reacciones de el, sus adorable pucheros los amaba, corrió hacia el y ya junto a el, unió su mano con la de Daiki, entrelazando sus dedos, sin importarle lo que los demás pudiesen decir, enamorado y correspondido, el mundo podía oponerse sí quería, el estaría firmé con lo que sentía.

¡Un año juntos! un año en el que pasaron muchas cosas, el ya tenía 19 años, Daiki 21 años, ya se había graduado del bachillerato y entró a la universidad. Daiki estaba a 12 meses de obtener su título, ahora vivían juntos, con el pretexto de que a Yuto le quedaba más cerca su escuela, en parte era verdad, pero más que nada era para estar más tiempo con Daiki.
-¡Woah!- escuchó exclamar al castaño, vio como un pinguino nado velozmente en el agua. Era el mayor de los dos, pero esos aspectos era quién era más infantil, quizás por eso estudiaba pedagogía, se le daba muy bien tratar con los niños.
-¿Vamos a comer?- Arioka colocó una mano sobre su estómago, Yuto accedió.

En una mesa del área de comida del acuario se sentaron, ambos ordenaron una hamburguesa.
-¿Lo notaste?, los cuidadores, traen puesto un gorro rojo.-
-Bueno, es casi navidad, tal vez sea por ello- río...
Su comida llegó y entre risas y platicas tontas, disfrutaron de sus hamburguesas. Ya habían terminado de recorrer el lugar, el color naranja del día anunciaba que ya casi anochecia, antes de partir en su totalidad, Daiki, sujeto a Yuto por el brazo.
-¡Feliz Navidad!- hablo antes que el alto, dándole un pequeño paquete azul con un moño rojo.
-Gracias- beso su sien, abrió la casa y de ella extrajo una cámara fotográfica instantánea.
-¿Te gusta?- ansioso pregunto.
-Me encanta.- de verdad le encantó, rodeo su cintura con sus brazos para acercarlo a el y arrebatarle otro beso, Daiki le correspondió.- ¿Pero no debió ser "feliz aniversario"?- con una sonrisa en los labios le cuestionó.
-Aún no lo es y...-bajo la mirada- ese presente te lo daré en la casa- Daiki se sonrojo al tratar de dar entender la indirecta que le envió a Yuto.
-¡Ah! entiendo- sonrio con cierta perversidad.
Abordaron el buscar juntos, debían ir a su hogar. El ruido de un motor lo sacó de su pensar, hizo lo mismo como aquel recuerdo, pero está vez sólo, fue al fondo y se sentó.

Después de regresar de su salida, esa noche hicieron el amor,cuantas veces hizo de esa cuerpo menudo parte de el?, no lo recordaba, pero esa vez fue especial, deboro cada parte del mayor, probando cada sabor que pudo degustar de la piel del mayor, saborear cada beso que le otorgó, con cada caricia que el mayor le brindaba le erizaba la piel, con cada vaiven descubrió lo que era estar en el paraíso, con cada gemir de Daiki lo hacia sentir tan bien, disfrutar cada sensación que ambos se daban, sin duda alguna cada parte de el era su gloria y cuando por fin no pudieron más, durmieron uno al lado del otro, unido por un abrazo y un sentimiento reconfortable.

El transporte llegó un poco más cerca de las afueras de la ciudad, fue a un lugar tranquilo, comenzó a subir unas escaleras que lo llevaban a lo más alto de un monte, ya era de noche, alrededor de las diez, los grillar resonaban por el lugar y la luz de la luna era lo único que le iluminaba el camino, paro para adentrarse un poco más entre los árboles, parando en un lugar despejado que tenía una vista a la ciudad.

Fue hace una semana en que Daiki le dijo adiós, eso era lo más doroloso de recordar, como de costumbre, despertaron juntos, tomaron su desayuno y alistaron sus cosas para partir a la escuela y al trabajo, Daiki partió primero, su escuela estaba más retirada, antes de irse abrigo a Yuto con sus brazos, por la espalda y le dijo un "te quiero", el alto volteó, unió sus dedos y con los brazos de ambos, rodeo su cintura y depósito un tierno contacto en los labios del mayor, "Y yo a ti", al parecer el otro no quería soltarlo, pero tenía que.
-¡Nos vemos en la tarde!- se despidió y salió. Yuto, término de prepararse e hizo lo mismo, sólo que el iría a su trabajo, logró conseguir un empleo en una librería, quedaba cerca del trabajo de Daiki, así que al final de la jornada podían regresar juntos a su hogar.

Extrañamente había mucha gente en el loca, la mayoría comprando para un regaló de navidad, "¡Rayos!", pronto sería su aniversario y aún no tenía nada. Trato de apurarse para salir antes y así buscar algo, por suerte su jefe lo dejó ir.
En la zona comercial de la ciudad, buscaba el presente ideal, por azares del destino entró a una joyería, no creía encontrar algo, pero vio un juego de anillos, era bastante simples pero eso era su encanto, sólo tenía una pequeñas grabaciones que lo hacían resaltar, eran ideales, dos anillos para dos años y para dos personas, miró el precio, excedia un poco su presupuesto, pero Daiki lo valía y los adquirió, la próxima semana la pasaría un poco mal, económicamente, salió de la tienda con una pequeña caja de color rojo y decidió guardarlo antes de que algo pasará, su celular comenzó a llamar, lo sacó de su bolsillo y contesto.
-¡Dai-chan!-
-Mis clases acabaron, ¿vamos a caminar?- estaba sorprendido, por lo general, el era de los planes, pero accedió.
-Nos vemos en el parque, ¿vale?-
-Llegó en unos 10 minutos-
-Te espero aquí-
Ambos colgaron, Yuto camino y tal como dijo en diez minutos llegó, dieron una vuelta al parque, las luces navideñas tinteleanban en todo momento, los postes de luz adornados con un moño rojo daban un paisaje romántico, Daiki se aferro a Yuto.
-Vamos por un café, ¿sí?, hace frío-
Tenía razón, a pesar de que no hacia viento, el ambiente era congelado, fueron, además de que no sabía decirle no.

De verdad hacia frío, la gente que paseaba por ahí cada vez era menos, ya estaban enfrente del café donde trabajaba Daiki, pero sintió que algo se le cayó, fueron sus llaves, tenía un pequeño peluche en forma de pingüino, Daiki se había adelantado, sin que este lo notar, Yuto retrocedio, sintió que alguien lo empujo contra la pared.
-¡DAME TODO LO QUE TRAIGAS!- un hombre grito para que le dieran sus cosas, mientras mostraba un objeto puntiagudo.
Daiki oyó un grito y giro para ver, se espanto con la escena que presenciaba y corrió hacia ellos, para ayudar a Yuto.
-¡Déjalo!- exclamo el castaño, separandolos, el asaltante más hábil, tiro a Yuto de un puñetazo y atrape al bajo, colocando un brazo suyo sobre la yugular de Daiki.
-Pór meterte donde no te llaman- y en un movimiento clavó la navaja a la altura de la boca del estómago, giro su mano para hacer más daño, sacó su instrumento filoso bañado de sangre.
Daiki sintió como ese objeto lo partía, se dejó caer de rodillas para terminar tirado en el piso.
-¡¡DAIKI!!- el alto grito y como pudo se levantó, el ladrón ya había hecho de las suyas, huyó con las pertenencias del chico que ataco.
Un charco rojizo comenzó a formarse alrededor del mayor, un charco que a cada segundo se ampliaba, un hilo de sangre se asomó por la comisura de los labios de Daiki.

Desesperado grito por ayuda, algunos de los presentes que vieron, llamaron a la ambulancia, Yuto puso su mano en la herida de su amado, ejerciendo presión para que la sangre dejara de fluir, era profunda y dañina aquella puñalada.
-Yuto...-en una débil voz llamó al otro.
-¡No hables!- las lágrimas comenzaron a brotar.-Guarda tú energía...- Daiki con la poca fuerza estiro su mano y acaricio la mejilla de Yuto.
-Te amo...-
-¡Y yo a ti!- sujeto su mano para no dejarlo ir.
-Ya no duele...- sonrio
-Dai-chan...-
-¿Serás feliz, verdad?- sonó a un adiós.
-¡Calla! ¡Seré feliz sí estás conmigo!- grito, pero rompió en un llanto al sentir como la caricia del otro se desvanecía.
-Dai-chan... ¿Daiki?...¡¡¡DAIKI!!!- el otro lo llamaba para que reaccionara, no fue así, perdió mucha de su líquido vital, en un momento dejó de respirar.
-No...¡NO!- estaba en negación, ¡el aún no debía irse!, abrazo al cuerpo que yacio en el piso, escondiendo su pena en el cuello del otro, ambos manchados de rojo.
La ambulancia llegó, sólo para confirmar lo que no quería oír.

Todo pasó en un segundo, frente a los ojos de Yuto, no pudo hacer nada y eso es lo que le estaba matando. ¿Porque?, ¿Porque tuvo que irse así?, hubiese preferido que el tuviera un nuevo amor, el era bueno, ¡era su pedazo de cielo aquí en la tierra!, ¡era el amor de su vida!, ¿porque?, quizo ahogar su pena en alcohol, pero eso a Daiki no le hubiera gustado, quizo ir a alcanzarlo, pero tampoco debía, ya habían pasado 5 días desde aquel suceso, desde aquel momento en el que en cierta forma en también murió, desde aquel momento en que le arrebataron lo más preciado de su vida, desde que el le dijo que fuera feliz, ¿cómo ser feliz sí está época del año era tan especial para los dos?, como ser feliz sí ya no tenía razón de vivir? ¿Cómo ser feliz sí ya no lo tenía a él?, ¿¡COMO!?
Pudo escuchar unas campanadas que anunciaban la media noche, ya era navidad de nuevo, su familia estaría preocupada por el, pero no dejaría a Daiki sólo está noche, no en este lugar sólo y callado, que tiene como fin recordar a los que ya se adelantaron.

La luna era llena como aquella vez, pidió que su nombre fuera grabado en la tumba familiar, para así poder visitarlo siempre, las doce campanadas finalizaron.
-Feliz navidad y feliz aniversario, Daiki- colocó una cajita, tenía dentro los anillos que usarian por primera vez hoy, unas gotas salada rodaron por sus mejillas, dejó salir el llanto que contenía desde hace rato.

Ser acuclillo y abrazo sus piernas, escondiendo su rostro, tratando emanar sus dolor junto con ellas, miró por un momento al cielo, buscando la estrella que se supone que sería Daiki, la nieve comenzó a caer, no pudo evitar sentir la sensación de que esos copos eran lágrimas y besos de Daiki, con los ojos llorosos, se levantó y acaricio el lugar donde estaba el nombre de el.
-Ya no llores, sí en está vida no pudimos estar juntos, en una futura lo estaremos, yo estaré bien, sólo déjame desahogarme, ¿sí?-
Después de todo, el odiaria que Daiki llorara por su culpa, sacó el anillo que le correspondía a Daiki y lo colocó en su dedo, junto al suyo.
-Estaré bien, ¡te lo prometo!- dijo al cielo para de nuevo dejar salir las lágrimas.

-fin-
Super notas finales:

pues bueno...ya se es fome :D!pero eso no es lo que quiero decir XD!
en si, esto era para otra cosa...los personajes no eran Yuto y Daiki...era un fic "original" que yo digo que al ser original...ya no es fic XD!
y de hecho tuve que cambiar varias cosas *de los personajes* para que me quedara (?)...lo de sus rasgos y y hasta "gustos" o cosas con las que los idenficamos *a Yuto y Daiki XD* y pues bueno quedo eso...se que lo mate...pero don't worry ya solo pago lo que debo y en mi vida vuelvo a escribir...

Otra cosa...Park Bom tuvo la culpa de esto (?)...;A;! la amo (?)...sin mas que decir..
Sa-chan out BD!!!!! <---! años que no lo decia -w-! XD

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